El Parque Nacional es uno de los más emblemáticos de la capital; su fácil acceso hace que esté a la mano de todos los usuarios de la comunidad circundante de los barrios La Merced, Perseverancia y El Paraíso. Además, se encuentra rodeado por estudiantes provenientes de las universidades Javeriana, Distrital, La Piloto, y varios Institutos tecnológicos, de los cuales acceden un gran número de personas a todos los escenarios. Tiene 14 hectáreas de zona urbana, 283 hectáreas en total, la mayoría declaradas como reserva forestal.
El sector urbano se conserva como en sus primeras épocas, con senderos peatonales, arborización e importantes monumentos como la Torre del Reloj (1938), el homenaje al líder liberal Rafael Uribe Uribe (1940), el relieve gigante de Colombia, “Al silencio” (1973) del maestro Eduardo Ramírez Villamizar, y “Rita 5:30 p.m.” (2000) de Enrique Grau, entre otros.
Construido por el ministerio de obras publicas bajo los parámetros del Plan de Regularización del urbanista austriaco Karl Brunner, el Parque Nacional nació según ley 50 del 1931. Los trabajos se iniciaron casi inmediatamente a la vigencia de la ley y aunando recursos esfuerzos de las administraciones municipal y especialmente del Gobierno Nacional, el escenario quedó listo tres años después muy cerca de los terrenos del antiguo campo de deportes de La Magdalena, en predios de la finca “El Tejar de Alcalá“ y rodeado por el moderno barrio La Merced.
En el año 1934, el parque fue inaugurado por el Presidente Enrique Olaya Herrera, uno de sus grandes promotores y de donde derivó el nombre completo con el que se le ha conocido a través de la historia urbanística de Bogotá.
Es el segundo escenario en antigüedad de los que subsisten en la capital del país y es sin duda fuente de inspiración de los parques de la ciudad, siendo en su rica herencia y tradición, uno de los más importantes en su género. Su parte urbana, comprendida entre las Calles 36 a 39 y Carrera Séptima a quinta, mantiene el trazado original que asemeja un triangulo apuntando a los cerros, trenzado por caminos y jardines que comunican y desembocan a diferentes monumentos y piletas.
Sus extensos jardines, grandes árboles y notable frescura y tranquilidad, invitan al reposo y al recorrido por cada recodo del parque coronado por una rotonda enmarcada por caminos de enredaderas y un bello jardín en su parte central. Uno de sus puntos tradicionales es la escultura al líder liberal Rafael Uribe Uribe, elaborado con un gusto excepcional por el escultor italiano Victtorio Macho en 1940 y acompañada por una hermosa fuente recuperada por la Administración Distrital a finales de siglo anterior.
Los juegos y el mini zoológico construidos en su interior trabajaron hasta 1985, cuando algunos de los aparatos fueron trasladados a otros escenarios y los animales terminaron sus días en la reserva de Santa Cruz, en el área del Salto de Tequendama.
Así mismo en 1973 quedó instalado el monumento “Al Silencio” del ya fallecido maestro Eduardo Ramírez Villamizar, quien dejo como legado para la ciudad varias de sus obras en diferentes parques y le dieron a este en particular ese aire al aire libre que lo caracterizó.
El Parque Nacional, también tuvo injerencia en el área deportiva desde sus primeros años, ya que dentro del esquema atrás descrito fue acogida la cancha de fútbol, la cual, vio el crecimiento de los equipos mas representativos de la época, Independiente Santa Fe, Municipal y Taxis Rojos entre otros. Luego entraron al servicio al servicio otras instalaciones como las de hockey y tenis, complementadas desde 1997 por escenarios de voleibol (piso sintético) y patinaje recreativo , además de juegos infantiles arriba de la carrera quinta.
Un elemento determinante en la vida del parque ha sido su vecindad con el canal o río Arzobispo, el cual nace en la laguna El Verjón, y discurre por el costado norte del escenario como un límite natural que recuerda su carácter ambiental y de recreación pasiva.
Además, trasmite desde la cercana montaña la vitalidad y frescura del sector escarpado del parque, el cual sube la hidrografía oriental de la ciudad, en los caminos hacia Monserrate y el Alto del Águila.
El parque actualmente se encuentra divido en cinco grandes zonas, paulatinamente unidas al sector histórico y que con el transcurso de los años han venido integrando las 283 hectáreas de extensión del escenario del presente siglo.
El sector Histórico tiene 14 hectáreas, mientras el central, comprendido entre la Carrera 5 y la Avenida Circunvalar, desde el colegio San Bartolomé hasta el río Arzobispo, llega a 32 Hectáreas.
La tercera zona es la denominada “Oriental “localizada de norte a sur entre los cauces del Arzobispo y el antiguo San Francisco con 37 hectáreas, el área de la “Circunvalar “que debió ser expropiada en 1974 tiene 58 hectáreas y la que se encuentra por encima de los 2.700 metros sobre el nivel del mar o “Cerros “es considerada reserva forestal y marca 141 hectáreas de extensión.
Por las anteriores razones y el cariño de varias generaciones de bogotanos criados bajo su sombra, el Parque Nacional Olaya Herrera fue declarado Monumento Nacional según el Decreto Numeral 1.756 de Octubre de 1996.