Las críticas del comienzo pasaron a ser aplausos para este escenario multifuncional, que se ha convertido en el pilar del bienestar físico y mental de los habitantes de esta zona de Bogotá.
La felicidad de los usuarios no se cambia por nada; la actividad física les extendió lazos de amistad.
Bogotá, enero 28 de 2024.- Dice un adagio popular que “no hay mal que por bien no venga”, el cual le cae como anillo al dedo al CEFE San Cristóbal, ubicado en esa localidad del suroriente de Bogotá, que fue casi satanizado en un comienzo y hoy es motivo de orgullo de los habitantes de esta zona de la capital, y de la ciudad misma por ser un ícono arquitectónico.
Hasta hace unos 10 años, el Parque San Cristóbal era el motivo por el que los residentes del sector sacaban pecho. Muchos árboles, vegetación y espacio libre para caminar, correr, jugar fútbol, baloncesto o voleibol, y pare de contar. Por eso, cuando se enteraron de que se iba a hacer una gran construcción, vinieron las críticas, protestas y rechazo a esa acción, arguyendo un grave perjuicio para la comunidad.
Por eso, cuando inició la obra no faltaron las marchas, o gritos de algunos ciudadanos que pasaban y se acercaban a quienes allí estaban, diciéndoles de todo y enfatizándole en el daño que estaban haciendo.
Los trabajos marchaban bien, a buen paso y dentro de los tiempos establecidos, pero la pandemia no fue el mejor aliado; por ello, las críticas arreciaron. Sin embargo, al reactivarse las obras y trabajar a marcha acelerada, en junio de 2022 abrió sus puertas a la comunidad, ofreciendo un gran escenario no solo para la práctica de dos o tres deportes, sino de muchos, además de otras actividades a las cuales los habitantes de esta localidad no tenían acceso.
Además de la remodelación y el manteniendo de espacios ya existentes, como dos canchas reglamentarias de fútbol, el CEFE llegó con gimnasio, piscinas, salas de audiovisuales, coliseo, salas de spinning, sicomotricidad, actividades lúdicas, polideportivo, etc.
Cuando la gente lo vio y entró a conocerlo, cambió plenamente su percepción. Las críticas se convirtieron en adulaciones, y los usuarios furon llegando en buen número día a día.
Adriana Méndez nació y creció en la localidad, en el barrio que lleva su mismo nombre, San Cristóbal. Es usuaria del CEFE desde que inició actividades.
“Al principio la gente estaba renuente con la construcción del CEFE por lo que hubo cambios en la parte ambiental, pero ya después de que se inauguró ha sido una actividad muy buena y gratificante para nosotros. Yo, por lo general, no hacía mucha actividad física, pero a raíz de que iniciaron las actividades aquí en el CEFE, empecé a asistir, por mi salud física y mental, sin duda ha sido una gran decisión. Se ha hecho amistad con la gente, se crean lazos entre la comunidad”, dijo.
Ella inició con natación –aún sigue-, y luego se unió a las actividades físicas como aeróbicos, rumba y yoga. Su familia está feliz porque ya no la ven en la casa, aburrida, sino más activa y con deseos de hacer muchas cosas.
“Invito a la gente a que venga y aproveche estos espacios. Anteriormente no los teníamos, ahora sí, pues vengan. Hay facilidades para ingresar y vincularse a estos programas”, agregó.
Paola Dubreska Montoya pertenece a la zona 4 de San Cristóbal, vive en Santa Ana Sur, siempre ha sido deportista.
Indicó que cuando dijeron que iban a hacer una construcción, “fue algo de gran impacto porque el CEFE es una edificación muy grande; pero al saber para qué se iba a implementar dicha construcción, me pareció muy positivo para la comunidad a pesar de que había mucha zona verde que se echó abajo, pero dio como resultado cosas muy fructíferas.”
Esta construcción, en su concepto, tuvo un impacto positivo a nivel social, cultural y comunal porque les dio la oportunidad de acceder a espacios que antes no había, ya que solo tenían el parque para jugar básquetbol, fútbol o trotar.
“Hay algunas actividades por las que sí hay que registrarse por el portal ciudadano, pero realmente es muy sencillo. Y las actividades a las que no hay que inscribirse, pues todas las personas que quieran venir, adultos, mayores, niños y niñas tienen la oportunidad de hacerlo… aquí no hay discriminación de nada, el que quiera venir puede venir”, enfatizó.
Para Paola, ha sido algo extremadamente gratificante la existencia del CEFE. “Ahora hay muchas cosas más que hacer. Tenemos la oportunidad de disfrutar de diferentes espacios, para poder distraernos, fortalecernos no solo física sino mentalmente y mantener una vida sana”.
Hace 67 años Nubia Méndez nació en el barrio San Cristóbal. Disfrutó el parque al máximo porque siempre ha sido muy activa. En él corría y entrenaba.
“Hubo un momento en que empezaron a hacer su construcción y me sorprendió, hasta estuve en contra porque esto era lleno de árboles. Ya después me enteré que iban a hacer un CEFE, que era un centro de entrenamiento importante, y se me quitó el malestar por el tema ambiental”, dijo.
Desde que el CEFE fue abierto empezó a hacer uso de él. Arrancó con el gimnasio, luego se vinculó con las clases de actividad física. Viene con una hermana y una vecina. Y le gusta porque las clases las orienta el IDRD.
“Mentalmente me mantiene bien porque a los 67 años hay muchas cosas que pesan sobre uno. Mi familia se siente bien porque ven que uno está sano, que uno no está siendo una carga física para ellos. Es muy importante porque ayuda no solo a la salud sino a la convivencia. Aquí viene mucho adulto mayor, personas cuidadoras, otras que están solas, aquí se reúnen como 120 personas a hacer educación física”, señaló.
De esa manera, la gente goza y disfruta del CEFE San Cristóbal, un espacio pensado en la actividad recreodeportiva para el bienestar de los ciudadanos.
OFICINA ASESORA DE COMUNICACIONES IDRD - 362
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