MARIAN, MI MEDALLA MÁS HERMOSA”: YANIVE TORRES

Mujer sostiene bebé en sus brazos

La atleta paralímpica de Bogotá, apoyada por la Alcaldía de Bogotá y el IDRD, fue madre hace tres meses. Agradece a Dios por ayudarla a salir adelante y cumplir sus metas. 

Mayo 12 de 2018 (@IDRD).- A pesar de los difíciles retos que la vida le ha puesto, Yanive Torres Martínez es el fiel reflejo del himno de su natal Santander, “siempre adelante, ni un paso atrás”. Guerrera, 'echada pa'lante' , le gustan los retos, los asume y los supera... La palabra rendirse no está en su vocabulario.

Aventurera, espontánea, alegre y siempre con una sonrisa, supo levantarse de momentos difíciles y se convirtió -con esfuerzo y tenacidad- en una mujer ejemplar. Creyente como ninguna y con muchos sueños por cumplir, continúa su camino. 

Le ganó a la adversidad

Dos fechas han marcado definitivamente la vida de Yanive. Una, el 12 de marzo de 1997 y la otra, el 22 de febrero, de este año. 

La primera, fue el día en que su vida cambió por completo cuando sufrió un accidente que la dejó en silla de ruedas. La segunda, cuando nació su hija, Marian, el mejor regalo que la vida le ha dado, ser madre y realizarse como mujer.

Antes de su percance, Yanive disfrutaba de su vida en Puente Nacional. Allí corría por los campos de la finca de sus padres, don Álvaro Torres y de doña Clara María Martínez, junto a sus hermanos (es la sexta de siete). 

Estudió en la Escuela Normal Antonia Santos, era inquieta, jugaba de todo, especialmente baloncesto e iba a nadar a la piscina del pueblo o al río. Pero ese 12 de marzo, todo cambió. Llevaba dos días sintiéndose mal, débil, porque no sabía que tenía hepatitis. Iba para el colegio, le dio sed y como se hace en el campo, subió a un árbol de naranjas a coger una. Estando arriba se desmayó y cayó. Hasta ahí se acuerda. 

Despertó en el hospital y al ver que no podía moverse, empezó a sentir  pánico, sensación que se profundizó cuando con una crudeza impresionante, el médico le dijo que no tenía movilidad en sus piernas y que debía operarla, no para volver a caminar, sino para que pudiera, al menos, sentarse.

Ella pensó que saldría caminando, pero no fue así. Cayó entonces en una gran depresión, creyó que la vida se le había acabado y hasta le pedía a Dios que la dejara morir, que no quería ser una carga para nadie.

 

Aunque su familia y la gente la animaban, ella seguía mal. Solo empezó su reacción cuando tuvo en sus manos la Biblia, que le despejó en pleno el camino a Dios, y el libro Sin Límites, que trata de un joven que sufre lo mismo que ella, y cómo superó esa situación.

Yanive, luchadora de la vida por convicción, entendió entonces que no debía rendirse, que podría salir adelante y lograr sus metas. Inició su proceso, su nuevo modo de vida donde sabía que podía hacer muchas cosas sola.

“Este accidente me marcó. Al principio como todo, fue difícil, un cambio de vida, una transición. Pero siempre uno debe tomar esos obstáculos como grandes oportunidades y sacarles provecho.  Como dice la canción, si te caen del cielo limones, has limonada. Y así lo hice”, dijo. 

 

Bogotá, una nueva vida

En 2003, a sus 23 años, hace 15, dio el paso que marcaría su vida. Su hermana Stella la invitó a ‘unas vacaciones’ en Bogotá, “pero yo sabía que ella quería que me quedara aquí, para ayudarme a ser independiente y que hiciera las cosas por mí misma”. 

En la capital conoció el deporte paralímpico. Empezó a trabajar en 2004 en la Editorial Nueva Semilla y un día de 2007 iba por el centro, en su silla de ruedas, cuando se le acercó un señor y le preguntó si hacía deporte, dada su contextura física. Se sorprendió y le dijo que no. La invitó a que lo hiciera, en el Parque Timiza, donde él trabajaba.

Yanive no aceptó porque ella vivía en el barrio 7 de Agosto y la distancia era mucha. Pero la vida le tenía destinado eso. Un año después, en 2008, se volvieron a encontrar. “Yo soy Pablo Peña, entrenador. Ahora entreno en El Salitre, por qué no vienes. Y me convenció, ya era más cerca y le dije bueno. Fui, me dio toda la información y ahí empezó mi carrera en el deporte paralímpico, aquí estoy y soy feliz”.

“Llegué a atletismo un campo desconocido, porque en el primer momento que a uno le dicen atletismo uno piensa que es correr. El profesor me explicaba que no era correr, sino lanzamiento de jabalina, disco y bala. Desde ahí empecé este proceso. En 2008 hubo Juegos Nacionales, había pocas mujeres y no hubo premiación, hubo un poco de desánimo y no quería volver”.

Pero el entrenador la animó para que siguiera. Y el IDRD también le dijo que la ayudaría. “Lo hice, empecé a tener muy buenos registros y empecé a soñar con ser Selección Colombia. Soñar con cosas grandes, es algo que siempre me ha gustado. En el 2010 me convocaron a Selección, fue una sorpresa grande, una alegría inmensa. Y el hecho de salir del país, a Argentina, eso fue algo muy emocionante, ponerme la camiseta de Colombia, escuchar el himno cuando se está lejos, lo impulsa a uno... Le da más ánimo.”

De ahí empezó una carrera de éxitos, que le ha dado títulos parasuramericanos y parapanamericanos y que ahora que comenzó entrenamientos, la tiene con la mira puesta en los Parapanamericanos Lima 2019, los Juegos Paranacionales 2019 y los Paralímpcios de Tokio 2020.

 

Su hija, su mayor triunfo

Yanive siempre había soñado con tener un hogar bonito, esposo e hijos. "Llegó Marcelo, nos conocimos hace siete años en el trabajo. Él empezó a conquistarme con detalles y cosas. Después de tres años de noviazgo nos casamos y ahora tenemos una hermosa hija”.

Algo que recuerda, entre lágrimas, cómo fue el hecho de ser madre. “Cuando me enteré que estaba embarazada, fue una mezcla de sensaciones. Lo primero que sentí fue un pánico terrible, un susto tenaz porque decía ‘no puedo’. La vida le cambia a uno y empieza a ver la de una manera diferente, ya uno no piensa solamente en uno, sino también en el ser que llevaba adentro”. 

Siguió su vida independiente, no dependió de nadie. Y cuenta que al principio querían un niño, pero cuando supieron que era una niña pensaron mil cosas con gran alegría… “cómo la vamos arreglar, todo, el cuarto. De todas maneras, un hijo sea varón o niña, es una bendición muy grande, una felicidad. Fue algo muy emocionante cuando ella nació, la ansiedad de verla, de ver su carita, es algo indescriptible, muy emocionante de verdad”.

Como gran creyente, vive agradecida con Dios. “Él ha sido mi guía, me ha llevado de la mano, todos los sueños que he tenido se han venido cumpliendo”.

A la vez, agradece a la Alcaldía de Bogotá y al IDRD su apoyo incondicional todos estos años. “Han sido un gran soporte para mí, por ellos soy lo que soy, su apoyo ha sido fundamental, han cumplido un papel muy importante, porque además del apoyo, se me contrató como monitora del programa Tiempo Escolar Complementario (TEC), para ir a los colegios y motivar a los niños hacia el deporte”. 

Yanive no deja de ver a su hija, de acariciarlo, jugarle y consentirla. Se ha convertido en su todo, en su mayor razón para luchar, para volver a las competencias y para dar todo por Bogotá y Colombia. “Ella ahora es el centro de mi vida, por ella lo estoy dando todo, por ella quiero ganar… Aunque sin duda, Marian es mi medalla más hermosa”. 

 

CARLOS A. GRACIA B.

Periodista

 

OFICINA ASESORA DE COMUNICACIONES IDRD