Jainer Cantillo y su hija Liliana son el equipo perfecto. Él ha sido padre y madre a la vez…. Y ella, su motor de vida. Foto archivo particular.
Detrás del deportista rudo y potente del parapowerlifting, está un hombre sencillo, tierno, cariñoso, que da la vida por su hija, por la que ha tenido que hacer el doble rol de papá y mamá para sacarla adelante. Homenaje a este campeón en el Mes del Padre.
Bogotá, junio 22 de 2025.- A primera vista, por la apariencia ruda que origina su tipo acuerpado, porque es deportista de alto rendimiento en parapowerlifting y, a pesar de andar en silla de ruedas, encontrarse con Jainer Rafael Cantillo Güete hace sentir a un hombre muy serio, tosco, de pocas palabras.
Sin embargo, al cruzar palabras y compartir un rato con él, se encuentra uno a un hombre simpático, alegre, buen conversador, al que le gusta el vallenato y toda clase de música para alegrarse la vida, con buen sentido del humor; mejor dicho, buena onda -como dicen hoy los jóvenes-.
Además, a pesar de su aspecto rudo, que hace parecer que nada lo doblega, descubre uno que sí hay un motivo que es su punto débil, talón de Aquiles: “La Flaca”, o “La Heredera” como le dice… es Liliana, su única hija, próxima a cumplir 18 años y quien es todo en la vida de Jainer.
Le cambió todo
Cantillo nació en Pivijay, Magdalena, el 29 de enero de 1975. A los 3 años se le diagnosticó poliomielitis y eso le cambió la vida, porque en su entorno no le brindaron el apoyo que necesitaba. Eso le hizo forjar un carácter muy fuerte, aunque manteniendo unos valores y principios que adquirió leyendo, y de su experiencia, de ver a los demás, para ser una persona de bien, amable y respetuosa.
Luego de descubrir su potencial en el parapowerlifting, se dedicó en forma y entrenaba duro, y a la vez se capacitaba estudiando para salir adelante. (sistemas y contaduría). Para buscar mejor futuro, Jainer decidió venir a Bogotá, sabiendo que en la capital le darían las oportunidades que en su tierra nunca tendría. Así fue. Se radicó en la gran metrópoli y viajaba a Santa Marta siempre que podía a ver a su novia.
Y entre ires y venires, sucedió. En 2007, luego de una visita a su novia en Santa Marta, regresó a Bogotá a entrenar duro y se fue para un campeonato nacional, cuando lo llamó su novia para decirle que iba a ser papá, que estaba embarazada.
“La noticia en comienzo me sorprendió, pero luego me sentí muy feliz, porque tenía otro motivo más para seguir luchando por mis sueños. Y a partir de ahí estuve muy pendiente de que todo estuviera bien. Yo quería igual niña o varón, lo que Dios decidiera estaba bien. Y bueno, me envió a Liliana y soy muy feliz”, dijo Jainer.
El campeón continuó su relato: “Ella nació en Santa Marta, yo fui al nacimiento y tal, todos bien, siempre estuve ahí. Cuando la tuve por primera vez en mis brazos fue algo muy especial (-se le entrecorta la voz, se escucha un sollozo-)… sentirla tan frágil, indefensa, sentir su llanto. Ese día nació el amor más grande, la abracé, la acaricié, le hice sentirse protegida y que estuviera tranquila, que ahí estaba yo para darle todo, y eso es lo que he hecho desde entonces y lo seguiré haciendo, a pesar de que ya va a cumplir sus 18 años”.
Llegó Liliana a la vida de Jainer y desde entonces todo, gira en torno a ella. Por él estar en Bogotá se perdió casi los dos primeros años de su vida; pero ya después, más estable en la capital, las pudo traer a vivir con él. Pero la mamá no se amañó, y se regresó, dejándolo solo con Liliana “Y bueno, ahí cambió mi vida…”, aseguró.
Jainer es un hombre sencillo, alegre, divertido y un padre-madre como ninguno. Foto IDRD.v
Un papá soltero
Hace casi 15 años Jainer Cantillo es padre soltero, desde cuando su hija iba a cumplir 4 años. Y aunque el reto era inmenso, no se rindió, aprendió y hoy dice con orgullo que ha cumplido a cabalidad con el doble rol.
“Soy padre y madre a la vez, y no me ha quedado grande. Es un orgullo para ella tener ese apoyo mío. Ha sido duro, difícil, pero jamás me di por vencido; aprendí, puse en práctica todo, y ahí voy. Me siento orgulloso de lo que he hecho, y sé que ‘La Flaca’ siente lo mismo, porque me lo expresa día a día en cada cariño que me da, en cada palabra que me dice, porque para ella su papá es su mundo”, aseveró.
Como atleta de rendimiento, Jainer se adaptó rápido a las circunstancias para darle lo que necesitara. Sabía que con una niña es más difícil, pero siempre estuvo ahí, le habló de todo, y ella es agradecida, porque siempre que lo necesita sabe que él está ahí. Por ello, fue evolucionando en todo. En el colegio, la cambiaba, la arreglaba para llevarla, y ahora es igual en la universidad; la deja, y corre para el entreno a llegar temprano porque el profesor es muy estricto. Luego, va al trabajo, y enseguida le lleva el almuerzo y la merienda u onces, como decimos aquí en Bogotá. Y así, todo eso se convirtió en una rutina para él.
“Siempre he tenido un gran apoyo del IDRD, que no me ha desamparado y me ha permitido mantenerme y que a ella no le falte nada. Con su estímulo he sobrevivido, he salido adelante. Y bueno, ella es muy buena estudiante, pasó su primaria, su bachillerato y ahora está en sus estudios superiores de medicina en la Universidad Corpas”, indicó.
Detrás de ese hombre rudo está un padre tierno, cariñoso, que da todo por su hija. Foto IDRD.
Fue aprendiendo a comprarle sus cosas, sus zapatos, sus vestidos, le preguntaba qué quería, qué le gustaba. Como se comunican tan bien, todo fue fácil. “Yo a ella siempre traté de darle todo lo que yo no tuve, lo que a mí me negaron de niño. Claro que yo le hablaba y le decía por qué lo hacía, para que no se confundiera y viera todo como de que las cosas llegan de manera fácil. Pero hay momentos en que he tenido que decirle no tengo, y ella sabe que es así. La buena comunicación entre los dos ha sido la clave de que nos entendamos tan bien”, expresó.
Ha habido muchos momentos emotivos de regalos que le ha hecho. Uno en especial es difícil, porque ella cuida y guarda lo que Jainer le da. Tiene muñecas que le dio cuando tenía dos años. Ella no fue traviesa de dañar o partir, siempre cuidó con el corazón todo lo que su papá le daba, “porque tu esfuerzo y sacrificio para darme las cosas valen mucho”, le dice.
“Es que ella es muy ordenada, rigurosa con sus cosas, porque eso le inculqué. Y como dije, guarda todo muy bien y quienes me conocen lo saben, porque a ella le gusta recordar todo lo mío porque se siente orgullosa de tener un papá deportista, un papá que lo da todo por ella, un papá que tiene la carrera dual, aunque son cuatro cosas: deportista, trabajo, y soy padre y madre a la vez”, dijo son sonrisa de satisfacción por hacerlo bien.
Jainer supo prepararse para los cambios propios de Liliana, su llegada a la adolescencia, a que le guste algún chico, etc. Y por eso lo considera algo normal. Siempre le dijo que le contara todo, y él le explicaba; y que cuando llegara alguien pues era normal, pero que debía tener una prioridad en su vida, y es estudiar y prepararse, ser alguien útil en la vida. Y ahí sí, pensar en otras cosas. Eso ella lo tiene claro.
La disciplina es una gran virtud que le heredó a su hija Liliana. Foto IDRD.
Ve tantas cosas bonitas en su hija, que por eso no guarda adjetivos para describirla. “Liliana es muy inteligente, le gusta estudiar, es muy organizada, sabe muy bien lo que quiera en la vida, quiere ser una gran doctora y creo que Dios la va a ayudar en eso, por su fe, siempre en sus metas se encomienda a él. Y yo igual. ¿Defectos? Quizá el temperamento fuerte que tiene, ese lo heredó de mí. Por ejemplo, yo siempre le digo hija o ‘La Flaca’, y a veces estoy con muchas cosas y le digo Lili esto o Lili lo otro… y le da mucha rabia. ¿Por qué me dices Lili?... yo soy tu hija o tu flaca’ me dice firme. A veces lo hago intencionalmente para que explote (risas)... para verla con su carácter y decir, esa es mi hija, con mi genio”, aseveró Cantillo.
Jainer viaja mucho y cuando tiene competencias o concentraciones, siempre su mamá Ana le ayuda con sus deberes en casa, queda pendiente de Liliana, la cuida mientras regresa. Para su fortuna, se la llevan bastante bien.
En sus ratos libres van a algún centro comercial a comer helado, y a comer pizza (que le encanta a su hija) o hamburguesa; sí, hamburguesa, algo que no estaba en la dieta de Jainer, algo que rara vez comía -por ejemplo, en un aeropuerto, donde no había más para comer-. “Pero Lili me hace comerlas; son ricas, me gustan sin salsas, una doble carne con la lechuga y el tomate. Y cuando me como una, me toca trabajar más en el gimnasio para bajarla ja ja ja ja”, agregó.
Ella es muy ahorrativa, organizada con la parte económica. Una vez hace varios años le dio una camiseta de Día del Padre, y aún la tiene y se la cuida… “papi, ahí se te daña, la pone en la cesta de la ropa sucia o la lava, ella me la dobla y tal y la cuida”. Y también le dio un reloj muy bonito, hace algunos años, y se lo tiene en su caja original; “yo solo me lo coloco para salir con ella a un evento especial. Lo cuidamos tanto para que no se dañe, porque es importante para los dos”.
Cuando Jainer está afuera hablan seguido, todos los días, por videollamada, aprovechando la tecnología. El solo verla le da paz y tranquilidad para competir. Hasta tareas le ayuda a hacer por la videollamada.
La lleva con él siempre, en su corazón; siempre piensa en ella antes de actuar, de competir. Siempre está en su corazón y en su mente. Liliana es su motor de vida. Y siempre que está afuera le dice “Papi te adoro”… Ufff (se le asoma alguna lágrima).. esa frase me la dice siempre, cuando estoy lejos, y eso me da fuerza para aguantar”. Por eso no halla la hora de volver y estar con ella.
Jainer agradeció la charla para la nota por el Día y el Mes del Padre, y simplemente dijo: “Tener un hijo es el máximo orgullo, la máxima alegría. Y desde que mi hija está, en mis competencias, en todo lo que hago en mi vida, ella es mi motor, mi todo. Es mi inspiración para dar lo mejor de mí y entregarlo todo, por darle a ella todo lo que yo no pude tener, y que ella se sienta orgullosa de su padre”.
CARLOS A. GRACIA B. Periodista OFICINA ASESORA DE COMUNICACIONES IDRD.
Las inscripciones estarán disponibles el 23 de agosto en los cuatro Centros Felicidad (CEFE) administrados por el IDRD —Fontanar del Río, Cometas, San Cristóbal y Tunal— de 9:00 a.m. a 4:00 p.m., o hasta agotar las mismas.